viernes, 28 de septiembre de 2018

Una realidad extraordinaria

La realidad es la que es. Punto. Eso es lo que el día a día de nuestras vidas tiende a hacernos creer. Te levantas, trabajas, comes, trabajas, haces la compra, sacas al perro, limpias tu casa, preparas la cena, te acuestas y vuelta a empezar. De vez en cuando tienes algún día libre en el que te sientes obligado a hacer todo lo que no puedes hacer los días normales, así que sales a comprar cualquier cosa que no puedas comprar en un día normal, vas a algún sitio a hacer o a ver algo, ves alguna película, lees algún libro, quedas con algún amigo o haces cualquier otra cosa hasta que pasa el día o días libres, si tienes suerte de tener varios juntos, y vuelta a empezar.

Todos estos ciclos periódicos de rutina donde una tarea sucede a la siguiente a un ritmo frenético nos hace sentir útiles y productivos, pero hay algo que cada vez es menos frecuente y que cada vez se le da menos importancia, cuando no se lo estigmatiza directamente: no hacer nada. Sentarse, relajarse, meditar y pensar en tu vida o en cualquier cosa que se te pase por la cabeza. Parece una tontería, pero estos periodos de reflexión son lo que hicieron que pasáramos de monos a humanos. La capacidad de pensar, de abstraernos y de superar la barrera de lo real y lo material es lo que nos hace ser diferentes.

Pues ahora, mientras lees estas líneas, te pido que hagas exactamente eso, pensar. Deja de leer un momento y ábrete a cualquier pensamiento que te ronde. Deja vagar tu mente. Cuando hayas terminado, aquí seguiré y podremos comenzar esta historia en un estado mental abierto y receptivo.

Todos conocemos historias… llamémosle fantásticas. Relatos en los que un elemento, varios de ellos o toda la historia al completo queda fuera de las reglas o leyes que rigen nuestro mundo y la realidad que lo conforma. Pueden ser fantásticos, míticos o tecnológicos. Pueden tratar sobre la magia, sobre los dioses o sobre artefactos capaces de realizar prodigios que en nuestros días se consideran imposibles. Algunas personas incluso se han sentido inspiradas por esas historias y han creado maravillas tecnológicas que hacen realidad lo que conocieron en esos relatos, pero la gran mayoría de elementos que pueblan las mismas son imposibles… a priori.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el desarrollo intelectual de la humanidad, vemos los gruesos muros de la sólida realidad que nos rodea y nos ampara convertidos en delgadas líneas que en un momento dado podrían ser cruzadas en ambos sentidos. Uno de esos conceptos que redefinen de tanto en tanto la percepción de lo que nos rodea es el multiverso.


Al hablar del multiverso y más concretamente al hablar del infinito, una persona normal y corriente con su rutina de trabajo y descanso que no invierte nada de tiempo en pensar, meditar o imaginar, suele decir despreciativamente: “¡Bah!, tonterías”. Y es normal que lo diga. Igual que alguien que no está acostumbrado a hacer deporte no es capaz de hacer una maratón de un día para otro, alguien que no está acostumbrado a pensar, meditar e imaginar no es capaz de lidiar con el concepto de infinito.

Como su propio nombre indica, el infinito hace referencia a aquello que no tiene fin. Al principio, cuando nos lo explican por primera vez, imaginamos algo muy grande ya que es muy complicado comprender lo que implica no tener fin. Esto quiere decir que algo infinito no tiene límites y que por mucho que intentemos pensar en algo grande, el infinito es siempre más grande.

De acuerdo con esto, si aplicamos el concepto de infinito al multiverso, estableciendo que el multiverso es infinito… ¿Qué demonios tratamos de decir? El multiverso es una teoría que propone que hay multitud de universos, tantos como posibles líneas temporales pueden llegar a existir. Pondré un ejemplo sencillo para ilustraros: es media tarde y os apetece picar algo. Tenéis varias opciones, como un sándwich, algo de fruta, un dulce o incluso no tener ganas de levantaros y esperar a la hora de la cena. Pues bien, según la teoría del multiverso, existe un universo específico para cada una de las cuatro opciones. En uno os coméis el sándwich, en otro tomáis un poco de fruta, en otro os coméis ese dulce que tanto os apetece y en otro no os levantáis y esperáis a la cena. Os preguntaréis cuál de ellos es el real, y la respuesta es que todos lo son, pero que discurren paralelos entre ellos. Existe un yo totalmente real que hace cada una de esas acciones paralelamente en cada uno de esos cuatro universos, uno por cada opción y posibilidad. Esto mismo se aplica a cada una de vuestras decisiones, a las decisiones de todos los seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad, a todo lo que conforma la tierra y el sistema solar y a todo lo que hay en nuestra galaxia y nuestro universo. Desde que comenzó el tiempo y hasta que acabe. Pensad en las posibilidades. La cifra necesaria para abarcar todas las posibles interacciones es monstruosamente grande y, sin embargo, el infinito es siempre más grande.

Esto hace que las historias que creamos queden dentro de los posible. La posibilidad de que ocurran en increíblemente exigua, pero igualmente improbable es que nosotros realmente existamos y aun así nos comportamos como si nuestras existencias fueran únicas e irreemplazables. No os pido que creáis en la veracidad de esta historia, pero me gustaría que pensarais que quizá haya un universo dentro del infinito multiverso en el que los acontecimientos que describo pudieran tener visos de realidad. Una realidad extraordinaria.