sábado, 1 de diciembre de 2018

Conoce a tus héroes... bajo tu propia responsabilidad

Nunca conozcas a tus héroes. Esa es la frase original. Y era muy buen consejo hasta no hace demasiado tiempo, hasta la irrupción masiva de las redes sociales. En ese momento todo petó como palomita en microondas y todo el que tuviera acceso a la red, antes o después, empezó a compartir partes de su vida.

Y no es que antes no se pudiera. Los chats han venido existiendo desde hace décadas y en ellos perfectos desconocidos compartían conversaciones de cualquier índole, aunque el anonimato y lo efímero de la experiencia hacía (y todavía hace) que muchas de aquellas esporádicas conversaciones derivaran hacia el sexo de forma invariable.

A diferencia de los chats, en las redes sociales todos quieren que todo el mundo los conozca tal y como son o, mejor dicho, tal y como quieren aparentar ser. Lo que ocurre es que como en el dicho “puedes engañar a pocas personas mucho tiempo y a muchas personas poco tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo”, en cuantas más redes sociales tenga uno presencia, más difícil va a ser que perdure el postureo.

De las palabras se pasó a las imágenes, de las imágenes a los audios y vídeos editados y por último al streaming en tiempo real. Con cada paso que hemos dado no hemos ido desprendiendo de más y más trocitos de esa máscara que llevábamos para mostrar nuestra mejor versión de nosotros mismos hasta que llega un momento en el que terminamos apareciendo como realmente somos, siempre y cuando no adoptemos una actitud performática, pero esa es una reflexión que trataremos otro día.

El punto de esta reflexión es que ya apenas existen esos personajes endiosados y ajenos a la realidad cuyas palabras y reflexiones admiramos, pero a los que realmente no conocemos en persona. Antes de las redes sociales podíamos admirar a algún personaje publico por sus obras y llegar a detestarlo si en algún momento se diera la ocasión de conocerlo en persona, de ahí la razón del dicho original. Ahora es más probable que admires y sigas a alguien que tiene mucha presencia en diversas redes sociales por lo que el proverbio tiene que evolucionar.

¿Y todo esto a qué viene? Pues viene a que ayer por la tarde fui a la presentación del último libro de Ana González Duque en la librería Gigamesh, en Barcelona y allí tuve la oportunidad de conocerla en persona después de la presentación.



El libro se titula La sociedad de la libélula y Ana lo engloba dentro de la categoría de fantasía juvenil. No hay que confundirlo con la fantasía adolescente, que tanto satura los corazones y las mentes en estos últimos tiempos, ojo cuidado. Para Ana, la fantasía juvenil es más una de tratar los mismo temas profundos y trascendentes que la fantasía adulta, pero suavizando los aspectos mas escabrosos, como la violencia excesiva o el sexo explícito (luego voy y me entero de que el libro incluye una escena de sexo entre especies, pero es fantasía, así que démosle un voto de confianza. La leyenda de Huma o la historia de Silvara en la saga de libros de la Dragonlance implican relaciones personales entre humanos y dragones y nadie se escandalizó).

La historia mezcla de forma muy creativa fantasía y ciencia ficción, siendo ésta la historia de una joven autora, Isabel Nión, que decide probar suerte y aprovechar que La sociedad de la libélula, la mayor editorial de fantasía del país, abre sus puertas a nuevos autores. La parte de ciencia ficción viene cuando el editor jefe de la sociedad y principal antagonista, Melchor Malatar, usa un aparato para trasladar a Isabel a un mundo de fantasía para que viva en primera persona esas historias que la editorial convertirá en bestsellers mundiales. Un mundo, Anisóptera, que mezcla razas fantásticas con libélulas radiactivas y rituales que implican la aceleración de partículas nucleares.

Una premisa tan original hace que me entren unas ganas tremendas de leerlo y reseñarlo. Y eso es precisamente lo que haré… en cuanto mi maltrecha economía me lo permita o encuentre un curro mejor (TˡT). Pero cambiemos de tema a algo más alegre y animado, como la reflexión que hacía al principio de este post.

Cualquiera que se interese por el trabajo literario de Ana, lo que recomiendo fervorosamente, verá en seguida que aparte de escribir ficción y tener un blog donde habla sobre temas relacionados, también escribe no ficción. En una autoridad en el campo del marketing online para escritores, donde publica consejos en su blog, nos guía con sus podcasts y nos enseña con sus vídeos. Su libro acerca del tema, el escritor emprendedor, es otro de los que en breve (TˡT) se convertirá en uno de mis imprescindibles.



Y es que, teniendo tanta presencia en redes sociales, o te muestras tal y como eres de forma natural, o terminas dando un paso en falso y delatando que eres un poser. Por suerte para mí y para todos, Ana González Duque es de las primeras y, además, trata a todo el mundo con simpatía y respeto, lo que ha terminado de ganarme. Podéis contarme oficialmente entre sus fans. Por cierto, ¿tiene nombre tu grupo de fans, Ana? Porque tienes grupo de fans, ¿verdad? ¿Los Aners? Suena un poco raro ¿Los Molpers? Ese me gusta más. Ya me enteraré.

En conclusión, haceros un favor tanto si sois escritores, como si queréis serlo algún día, como si solo os gusta la fantasía juvenil o la comedia romántica, de leer la obra de Ana González Duque porque si antes, cuando era anestesista, te hacía dormir, ahora que es escritora te hace soñar.

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